El Chaco es una de las regiones más imponentes de Latinoamérica, su extensión que parece no tener fin, hace sentir diminuto a cualquier visitante, que contempla maravillado los diversos paisajes con los que se encuentra. El Chaco boliviano posee una baja densidad poblacional, las comunidades que han logrado prosperar en esta región inhóspita del país, son en su mayoría indígenas. Los pueblos nativos, que continúan viviendo en la zona aún conservan sus tradiciones e idioma, uno de estos pueblos son los guaraníes, que ocupan los territorios a las orillas del Parapetí.
En la actualidad al menos 80 % de la población de las comunidades humanas ubicadas en el río Parapetí son nativas, plenamente integradas a los ciclos básicos de este ecosistema. Los izoceños viven de la pesca familiar, de la caza de subsistencia, de la cría ganado y cabras. La mujeres generalmente se dedican al cuidado del hogar y de la familia, además se sustentan con la venta de tejidos por encargo.
KAPEATINDI UNA INICIATIVA LOCAL
Hace un tiempo hablamos de cómo una pequeña comunidad guaraní llamada Kapeatindi, inició un emprendimiento en el que 22 mujeres de la comunidad decidieron usar sus habilidades en el tejido y trasaladarlos hacia la bisutería, logrando crear piezas absolutamente únicas y de calidad. Estas mujeres se comprometieron a proteger 1000 hectáreas de bosque en el Parapetí, y como parte del acuerdo, Fundación Natura Bolivia apoya con insumos y parte de la logística, para consolidar un proyecto con mucho potencial. Desde los inicios, la calidad de los productos han mejorado notoriamente, llegando a vender colecciones completas a tiendas en Santa Cruz y La Paz. Hoy queremos conocer a la mujeres detrás de este emprendimiento, que aun está dando sus primeros pasos.
IRMA
Las manos hábiles de Doña Irma se mueven con rapidez, una de las manos separa los hilos, mientras la otra sujeta una aguja, con la que guía el hilo de color negro . Esta labor requiere mucha concentración, habilidad, y conocimientos que han llevado toda una vida adquirir. Irma nos cuenta que aprendió a tejer con 12 años, aun siendo una niña, y fue su madre quien la inició en esta labor. Hoy más de 30 años después, Irma nos demuestra está habilidad se ha perfeccionado con los años y que hoy comparte con su hija, que asiste junto a ella al taller. Y aunque aún está empezando, ya podemos ver que heredó el talento de su madre.
CINTHYA
Cinthya es otra de nuestras más talentosas mujeres, nos explica que aprendió a tejer con 15 años, y que agradece a su madre por trasmitirle las habilidades y técnicas que hoy le permiten ser tejedora. Cinthya tiene una hija y un nieto, a los que quiere mucho, pero que actualmente no viven en la comunidad. Sus tejidos muestran una gran diversidad de colores, con gran orgullo nos muestra sus bokós, que es como se llama a unos bolsos tejidos que se utilizan para llevar las herramientas o alimentos al campo.
ELADIA
Eladia es la mayor de todo el grupo, pero su edad nunca ha supuesto ningún impedimento para aprender cosas nuevas y ser un ejemplo para el resto de mujeres. A la hora de realizar las costuras, suele tener cierta dificultad al no disponer del dedo pulgar y anular de la mano derecha, pero eso no la ha desmotivado en lo absoluto. La piezas que elabora Doña Eladia, son siempre destacadas por su instructora, debido al fino acabado de sus productos. Eladia tuvo un total de 12 hijos, de los cuales sólo 6 llegaron a la edad adulta. Ella es una líder muy importante en la comunidad, cuya sabiduría y ejemplo de superación, es una historia que merece ser reconocida.
GARDENIA
Este grupo de 22 mujeres , está conformado por mujeres de distintas edades, en el que las más jóvenes aprenden sustancialmente de las habilidades de la mujeres adultas. Pero esta relación es recíproca, la más jóvenes como Gardenia, de tan sólo 12 años asimilan rápidamente los conocimientos nuevos, y muchas veces colabora a las más adultas para que recuerden ciertos pasos. El trabajo en equipo contribuye al resultado final de todo el grupo y es un espacio seguro y productivo para las más jóvenes; que han encontrado en esta actividad una forma de ingreso, que no requiere mucho tiempo y que pueden compaginar con sus estudios.
UN ESPACIO POR Y PARA MUJERES
Kapeatindi es la historia de 22 mujeres que hoy construyen un nuevo futuro para sus familias. Ellas, junto a su comunidad se han comprometido a proteger 1000 hectáreas de bosque. Esta es la historia de un emprendimiento que aún está descubriendo su lugar, y es importante dar a conocer el talento y esfuerzo puestos detrás de cada creación. Esperamos conocer la historia del resto de mujeres que han encontrado en este proyecto no sólo un nuevo ingreso, sino un espacio para reafirmar su cultura, la sororidad entre mujeres y demostrar su capacidad de adaptarse a nuevos retos.