Cada dos semanas muere una lengua. Con estos datos, es probable que a finales de siglo, hayan desaparecido casi la mitad de las más de 6.000 lenguas que se hablan hoy en el mundo. En Bolivia se estima que actualmente 30 lenguas nativas -de las 36 reconocidas por nuestra Constitución- se encuentran en un nivel vulnerable o en peligro de extinción. La pérdida de una lengua tiene consecuencias nefastas para la diversidad cultural y lingüística. Lo que se pierde cuando una lengua nativa desaparece son conocimientos de los ecosistemas, son formas de entender el mundo, es identidad.
El guarasugwe o pauserna, el idioma que comparte la Nación con el mismo nombre, tiene la categoría de lengua extinta, lo que predice en parte, su inevitable desaparición. Los guarasugwe son un pueblo indígena establecido en la región de Bajo Paraguá y el Noel Kempff Mercado. En la comunidad de Picaflor, ubicada dentro del Área Protegida de Bajo Paraguá, encontramos los últimos núcleos de familias guarasugwe en Bolivia. Con cerca de 20 familias habitando la comunidad, estas aun se resisten a este fatídico augurio y han iniciado acciones para cambiar esta realidad.
“Un pueblo sin cultura, es un pueblo que no existe”
Parte de estas acciones fueron lideradas por Amelia, comunaria de Picaflor y actualmente directora del Instituto de Lengua y Cultura Guarasugwe. Amelia nació el 6 de Agosto de 1980 en la comunidad Porvenir, de padre chiquitano y madre guarasugwe, ella es el resultado de la unión de dos grandes naciones. Aunque no niega sus raíces chiquitanas, ella se define como una orgullosa indígena guarasugwe. Amelia tuvo la oportunidad de finalizar sus estudios de bachiller, este logro fue clave para acceder a capacitarse como técnica en el Instituto Nacional de Lenguas y Culturas -con sede en la ciudad de Santa Cruz- en el año 2012.
Ella explica que la labor de recuperar la lengua guarasugwe es un trabajo en el que todos participan. “Estamos trabajando con los niños, con las personas mayores, además está toda la información que tenemos que recoger de nuestros ancestros y nuestros abuelos”. La labor de recuperar una lengua implica que los niños y jóvenes deban aprenderla, que ellos asimilen estos conocimientos, son necesariamente, la única garantía de que su lengua y cultura sigan existiendo. “Ahora nosotros sabemos que un pueblo sin cultura es un pueblo que no existe, ahora estamos revalorizando nuestros saberes y conocimientos” indica Amelia. Además agrega que es importante trabajar en la conservación, y que este es un pueblo que está levantándose de nuevo.
Picaflor, una comunidad joven
Sobre los guarasugwe apenas se registran datos sobre su llegada al área, este pueblo de origen guaranítico ha visto menguar notablemente su población en el último siglo. Muchos de ellos perecieron durante el auge de la goma,y gran parte emigró a Brasil. La comunidad Picaflor fue creada en el año 2016, esta nace como una forma de reivindicar sus orígenes indígenas. La idea de buscar un espacio propio en el cual poder decidir con libertad los asuntos que incumben a la nación guarasugwe, los llevó a trasladarse hasta este nuevo espacio. Amelia agrega que “ la nación estaba perdiendo su cultura, costumbres y tradiciones”. Parte de este desprendimiento cultural era motivado por la gran carga de prejuicios que implicaba ser indígena guarasugwe. Es más, indica que incluso existía cierto temor a hablar el idioma nativo. Lo que desmotivaba a muchos padres a enseñar el idioma a sus propios hijos.
Otro de los grandes logros de la comunidad es la creación de su escuela, en el año 2017 se inició la primera gestión escolar. Amelia al ver que disponían de un profesor , tomó esa responsabilidad durante los primeros años. “Ahora estamos en el desafío jurídico, de obtener un ítem, para contratar un profesor”, recalca Amelia. De momento, han conseguido pagar el sueldo del maestro con contraparte y donaciones. Amelia asegura que el esfuerzo de todos ha valido la pena, ahora Picaflor cuenta con una pequeña escuelita a la que acuden 11 alumnos.
Todos en la comunidad son conscientes del reto que tienen delante, la nación guarasugwe, que ha sido relegada durante siglos ,hoy busca recuperar su voz, esa que se vio obligada a callar. Amelia y los líderes que la respaldan son figuras cruciales en la lucha por preservar parte del legado de los guarasugwe. La conciencia que esta comunidad tiene sobre su entorno, se vio reflejado durante el el proceso de creación de Área Protegida que los resguarda. Esperamos que esta nación no sólo renazca, sino que logre prosperar en este que es su nuevo hogar.