La historia de Fundación Natura Bolivia, no inicia en una oficina, ni con el equipo logístico o los recursos de los que hoy disponemos, nuestros inicios fueron -más bien- austeros. Natura Bolivia nace en el 2003 junto a un pequeño grupo de personas visionarias y con suficiente determinación para creer que estaban desarrollando una herramienta capaz de involucrar a las personas en la solución a sus problemáticas.
Nunca imaginamos que esta herramienta, conocida como “Acuerdos Recíprocos por Agua (ARA), 20 años después llegaría tan lejos.
Durante los primeros años, el trabajo de la Fundación se centraba en entender las problemáticas sociales y ambientales que existían en torno al suministro de agua en Los Negros – Municipio de Pampagrande- una comunidad con cualidad agrícola y destacada por su producción de hortalizas. Aquí, el agua era un bien cada vez más escaso, y del que dependían cientos de familias agricultoras. La razón de esta problemática, yacía en el deterioro del bosque húmedo que se encontraba en la cuenca alta, lugar donde se origina el Río ¨Los Negros¨ y que se había visto afectado por la deforestación y por nuevos asentamientos humanos.
Paulina Pinto, una de las primeras funcionarias de la Fundación Natura, recuerda esta época con mucha ilusión, -aunque era consciente del inmenso desafío que enfrentaba al promover una herramienta aún en desarrollo – su esfuerzo por entender la realidad de las familias locales y por conocer sus motivaciones, le ayudó a desarrollar con éxito este primer proyecto piloto. Paulina junto a su equipo, logró convencer a ambas partes de la necesidad de dialogar y emprender acciones conjuntas para evitar que esta problemática se agrave.
Juntos, crearon un tejido comunitario fuerte y tejieron una red de compromiso y responsabilidad que ha perdurado a lo largo de los años.
EL DETERIORO DE LA CUENCA ALTA
El mal manejo del bosque, en pocos años ya había impactado no sólo en la calidad del agua, sino en el volumen del suministro. La población de Los Negros veía peligrar este valioso recurso. Es en este momento en el que se involucra a otro actor importante, los habitantes de la cuenca alta.
Santa Rosa de Lima es una pequeña comunidad ubicada en el Municipio de Pampagrande, anclada en la cima de sus majestuosos valles. Al llegar allí, te encuentras con un lugar sereno, sonrisas amables y el cálido saludo de los lugareños. Podría parecer como cualquier otro pueblo apacible en esta región de Bolivia, pero guarda una historia excepcional.
Fue en Santa Rosa de Lima donde se probó por primera vez un modelo de conservación revolucionario conocido como «Acuerdos Recíprocos por Agua», que buscaba solucionar las problemática socio-ambiental entre la cuenca alta y la cuenca baja. Esta comunidad se encuentra en la cuenca alta del Río Los Negros, y el agua que fluye de aquí no solo es crucial para la población local, sino que también dota de agua a los cultivos de la cuenca baja, agricultores y contribuye significativamente a la canasta familiar.
Es aquí donde Fundación Natura inicia un proceso de negociación participativa con los beneficiarios del agua en el valle de Los Negros (Municipio de Pampagrande) y los agricultores de Santa Rosa de Lima, donde pobladores de ambas localidades acordaron participar de un esquema que incentive la conservación a través de una compensación.
Bajo este acuerdo, los comunarios de Santa Rosa decidieron conservar su bosque a cambio de alternativas productivas que les permitiera obtener beneficios, similares a los del bosque. Estas primera experiencia tuvo resultados, a mediano y largo plazo. Primero se creo una estructura que vinculaba a todos los actores locales en la gestión de sus recursos, la calidad y cantidad de agua se mejoró y se mantuvo.
VOLVEMOS AL LUGAR QUE VIO NACER LOS ARAS
Veinte años después, la Fundación Natura Bolivia regresó a este lugar y se alegró de reencontrarse con estas historias, con el testimonio vivo de un proyecto que ha perdurado y prosperado. Los «Acuerdos Recíprocos por Agua» surgieron como una solución simple, pero de gran impacto a nivel local.
Allí fuimos recibidos por Serafín Carrasco, uno de los primeros participantes de la herramienta ARA, con respecto a los inicios de los ARA, él comenta “Si al comienzo, éramos sólo 6 personas, -incluso la gente que era opositora, (con el paso del tiempo) ya aportaron, pusieron su bosque en conservación”
Doña Flora Ayala respecto a sus actividades agrega que “porque no pensar en las generaciones que vienen (…) sigo conservando, vamos a seguir porque uno al conservar, ve que el ganado afecta al suelo”.
También pudimos conversar con Don Diovigildo Ayala, uno de los primeros beneficiarios de los ARA al cual acompañamos a recorrer su predio de cítricos y allí recordamos los inicios de los ARA “conservando por mi propia cuenta (…) mis parcelitas que ponía en conservación, yo sigo teniendo, y sigue natural”
Este enfoque comprende la importancia de involucrar a todos en la protección de nuestros recursos, en particular, el agua. Al entender que todos somos responsables de su cuidado y que nuestras acciones afectan a los demás, este modelo estableció una conexión profunda entre quienes generan el agua y quienes la consumen.
La Fundación Natura Bolivia, con su espíritu de conservación y su modelo innovador, continuó creciendo y prosperando gracias a la dedicación de muchas personas que compartían su visión.
A final de esta aventura, nos quedamos con las palabras de Don Diovigildo Ayala, quien nos regala un profundo mensaje al final de la entrevista.
“Mientras haiga vida, yo voy a seguir en la conservación, porque sé que, así como lo necesitamos hoy, el día de mañana nuestros herederos, (…) lo van a necesitar”