Son muchas las voces que anhelan encontrar el complejo balance entre preservar el bosque y construir un futuro digno para las comunidades indígenas que lo habitan. Esta convicción está muy presente en las comunidades del Bajo Paraguá, con quienes el equipo de Áreas Protegidas de Fundación Natura Bolivia se reunió recientemente con el objetivo de involucrarlas en la construcción de un plan de manejo para la recién creada Área Protegida Municipal Bajo Paraguá-San Ignacio. Esta fue una oportunidad única para conocer su historia, sus orígenes y entender cómo se vive en las comunidades más aisladas del Departamento de Santa Cruz.
A principios del siglo XX, numerosos indígenas chiquitanos provenientes de San Ignacio , Concepción y alrededores, se trasladaron 400 km dentro del insondable bosque de Bajo Paraguá, atraídos por el *auge gomero . Para su sorpresa, las promesas de prosperidad con las que fueron deslumbrados, rápidamente se esfumaron al ingresar a un sistema de trabajo denominado “enganche”, que los sometía a jornadas laborales extenuantes y con prácticas esclavistas, que los vinculaba a la barraca a través de un ciclo de deudas del que era imposible salir.
Ya en los años 70 con la finalización del auge de la goma, muchas de estas barracas de siringueros perecieron, y las familias indígenas quedaron a merced de las circunstancias. Gran parte había perdido el contacto con sus lugares de origen, lo que los llevó a permanecer y establecerse en cuatro comunidades indígenas .Tres chiquitanas, Piso Firme, Porvenir y Florida; y una guarasug´we, Picaflor.
Construyendo el Plan de Manejo para Bajo Paraguá
Hoy estas comunidades aún permanecen en la zona y han apoyado activamente en la creación del Área Protegida Municipal de Bajo Paraguá-San Ignacio con una extensión de 983.006 hectáreas. Para ellos esta categoría es una herramienta que resguardará su territorio de las constantes amenazas a las que se enfrentan. Una vez concretada la creación del área se trabaja en una nueva etapa, probablemente mucho más desafiante, que es la creación de un plan de manejo eficiente, que logre asimilar las visiones de las comunidades que lo habitan y entender a profundidad los valores, amenazas y potencial de este lugar.
El plan de manejo es básicamente el instrumento para la gestión, ordenamiento espacial y conservación de los recursos del área protegida. Este documento definirá las áreas designadas a la conservación y al desarrollo. De esta forma el plan de manejo también influirá en la vida de las comunidades por ello es necesario incluirlas en cada etapa de su construcción. Para la elaboración del plan se estableció un cronograma de reuniones en cada comunidad. En el primer cíclo de reuniones se instalaron amplios diálogos con los comunarios para conocer su experiencia y contexto.
Este trabajo tan complejo necesita de un equipo a la altura del desafío. El equipo liderado por Henry Bloomfield, Coordinador de Áreas Protegidas de la Fundación y Milton Huayrana, Coordinador de la Región Chiquitania contará con el apoyo de Lilian Apaza, bióloga con experiencia en áreas protegidas, que junto a Gerson Uyuni, definirán la visión del plan, realizarán el ordenamiento espacial del área (zonificación) con la creación de sus mapas correspondientes. Acompañado de un registro de las principales amenazas que enfrenta el territorio. Todo ello con el asesoramiento Dennise Quiroga, Coordinadora del plan de manejo para el Área Protegida.
Visitando las Comunidades
La primera reunión se realizó en Piso Firme, con la presencia del comité indígena y vivientes del lugar. Todos ellos dieron a conocer sus puntos de vista, describieron las bondades y potenciales de su territorio. También se creó un espacio para conocer desde su experiencia las amenazas y sus posibles soluciones. Al finalizar la reunión, se dieron las pautas para elegir a los miembros del comité impulsor de Piso Firme que se encargará de representar a la comunidad en el proceso y será un nexo entre el proceso de elaboración del plan y la comunidad.
La segunda comunidad visitada fue Picaflor, donde se continuó con esta metodología. La reunión contó con la participación activa de la comunidad guarasug´we que destacó su interés por conservar su lengua y fomentar su recuperación entre los más jóvenes. La tercera comunidad visitada fue Porvenir que ha logrado, de manera muy meritoria , un florecimiento bastante llamativo debido a la extracción y tratamiento del Asaí, extraído de una palmera silvestre (Euterpe oleracea). Logrando obtener la certificación orgánica a nivel internacional y en cuyo proceso participa la comunidad.
El recorrido por Bajo Paraguá finalizó en la Comunidad de Florida, que manifestó sus intenciones de buscar nuevas formas de producción sostenible para el futuro de los más jóvenes.
En el presente resulta difícil imaginar que un territorio con tanta belleza natural haya sido testigo de esta cruenta historia, que es la explotación de los pueblos indígenas. Cuya fortaleza y resiliencia no se han visto atenuadas por el pasar de los años. Aún podemos vislumbrar en muchos de ellos el espíritu de lucha que les permitió prosperar en un lugar tan indómito y aislado como Bajo Paraguá.
*AUGE GOMERO.- Periodo en el cual la extracción del caucho del árbol de la Siringa (hevea brasiliensis) contribuyó notablemente al crecimiento económico de Bolivia.
Texto y Fotografías: Darly Pantoja