La vida en la Comunidad «María del Rosario» suele transcurrir plácidamente, como sucede en aquellos lugares en los que la naturaleza forma parte del entorno. Aquí viven 30 familias indígenas rodeadas de una vista privilegiada hacia la serranía chiquitana. La mayor parte de ellos se dedican a cultivar la tierra de manera tradicional. El maíz, la yuca y el plátano son los pilares de su dieta, la que complementan con frutas de temporada.
En sus inicios esta comunidad, sólo era accesible a pie y se encontraba a cuatro horas del Municipio de San Javier. Los primeros años vivían en campamentos improvisados, que los protegían medianamente de las inclemencias del clima. Con el tiempo se levantaron paredes de adobe, que pintaron de blanco y se cubrieron con hojas de *“jatata” a modo de techo, dando lugar a las características viviendas indígenas chiquitanas, que hoy forman parte del paisaje.
Además de todas las dificultades que implicó vivir en un lugar tan alejado, hay que agregar la falta de agua como el mayor reto al que se enfrentaron estas familias. Al menos así lo relata Carmen Chuve comunaria que dijo “en los primeros tiempos se sufría, …especialmente con el tema del agua, la verdad no era la suficiente”
Y es que cuesta creer que un territorio con semejante belleza y tan generosos habitantes, la falta de agua haya sido su mayor limitante durante más de dos décadas. Su aseo diario, y el consumo de agua era generalmente restringido. La poca agua de la que disponían debía ser racionada entre los animales y las familias.
Las primeras fuentes de agua a las que tenían acceso eran “pauros”, que es como se denomina a los pozos de agua o manantiales. A esto hay que sumarle la dudosa calidad del agua. Así lo relata Josefina Chuve comunaria de Maria de Rosario “ya iba a morir mi niña, tenía vómito, diarrea, y fiebre, tenía 5 añitos, la tuve que llevar al médico y me dijeron que era una infección debido al agua”. Lamentablemente este no era el único relato, de hecho, era bastante común que los más pequeños enfermasen a causa de la baja calidad del agua.
Durante los últimos dos años María del Rosario presenció cómo hectáreas completas eran arrasadas por los incendios forestales, que deterioraron sus bosques y los condenó a una sequía severa. La crítica situación que tanto tiempo habían enfrentado, llegó a su fin cuando Fundación Natura Bolivia, se trasladó hasta la comunidad para cambiar por completo la vida de los comunarios de María del Rosario, gracias al apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) a través de su programa “Laboratorios de recuperación”, de la Fundación del Banco Mercantil Santa Cruz y de la Embajada de Corea en Bolivia que encararon un proyecto para restaurar los bosques secos Chiquitanos afectados por los incendios del año 2019 y 2020.
Allí nuestro equipo técnico evaluó las condiciones del lugar para crear un proyecto que abastezca de agua a todas las familias. Aunque en un principio podría parecer una propuesta ambiciosa, los resultados fueron asombrosos. El pequeño arroyo que los abastecía, fue convertido en un sistema de captación de agua, en el que un sistema de filtros y tuberías llevó agua de calidad hasta las casas de todas las familias.
En este proyecto participaron todos los comunarios que se organizaron para trabajar juntos. Excavaron metros y metros para poder trasladar las tuberías hasta los hogares de la comunidad. Finalmente, el arduo esfuerzo tuvo una increíble recompensa, agua potable en los hogares de Maria del Rosario. A cambio de todos estos incentivos la comunidad puso en conservación 287,7 hectáreas para proteger el bosque que les proveen de agua.
Hoy, los largos recorridos a pie en busca de agua, quedaron en el pasado, como un mal recuerdo que ninguno quiere volver a vivir.
El trabajo duro y la constancia han sido valores imprescindibles en la vida de los habitantes de Maria del Rosario quienes hace más de 20 años decidieron iniciar una nueva vida en esta comunidad, que hoy está muy lejos de ser lo que era.
*Jatata es una palmera de hasta 4 metros de altura, de la cual se extraen las hojas para construir techos en viviendas.